Durante todo el año 2009, los docentes de la UCES intentamos que la Universidad nos reconozca derechos laborales mínimos de los que no gozamos. Concretamente: estabilidad laboral, licencias por enfermedad y maternidad o enfermedades de parientes cercanos y sueldo estable durante todo el año.
Tampoco gozamos de reconocimiento de nuestra antigüedad ni de una jubilación como docentes.
Es decir, se demandan derechos absolutamente razonables y que tienen que ver con el empleo digno, conquistas de los trabajadores desde hace 50 años.
Para ello, durante el año 2009 nos adherimos a un sindicato (SADOP), elegimos delegados y planteamos nuestras demandas. No se había avanzado mucho pero sí habíamos abierto un diálogo. Eso creíamos, al menos.
Porque increíblemente la respuesta de las autoridades de UCES fue el despido de una de las propulsoras de la agremiación que es la Profesora Diana Lacal, docente de la materia Sociología y de Teorías de la Comunicación en varias carreras de UCES, con 17 años de antigüedad en la institución.
Decimos ‘increíble’, y también cruel, porque el telegrama llegó el 30/12/2009, es decir en un momento de cierre de la actividad académica y cuando nadie lo esperaba, meses después de que Bernardo Kliksberg hablara sobre "responsabilidad social empresarial" en el auditorio de la UCES, auspiciado por las mismas autoridades. ¿Doble discurso, no?
Respecto al desempeño docente, nadie puede alegar nada en contra de la profesora, sino todo lo contrario. Podrían atestiguar sobre su idoneidad cientos de alumnos y profesores, las evaluaciones anuales que realiza la institución, los trabajos académicos realizados en la propia universidad y los colegas en general.
Respecto al desempeño docente, nadie puede alegar nada en contra de la profesora, sino todo lo contrario. Podrían atestiguar sobre su idoneidad cientos de alumnos y profesores, las evaluaciones anuales que realiza la institución, los trabajos académicos realizados en la propia universidad y los colegas en general.
Como docentes no podemos menos que denunciar esto con toda nuestra fuerza, por imperativo de la sustancia de la tarea docente que no se limita a la transmisión de contenidos, sino también de valores, de ejemplos, de respeto por el otro, inculcando nociones de justicia y participación.
Creemos en la capacidad de reflexionar, de dialogar, en la libertad de pensamiento y de decisión. Por esto, denunciamos con la esperanza de que este caso permita abrir un espacio de debate en torno a la situación laboral de miles de profesores de universidades privadas que hoy forman futuros profesionales, sin perder de vista el marco de pura arbitrariedad en que se manejan las empresas educativas. Es un debate que atañe a todos, porque demanda el marco normativo del Estado, por la importancia de la materia que hace a la función de los docentes.
Repudiamos la acción unilateral realizada por UCES y exigimos la reincorporación inmediata de la profesora Lacal, paso imprescindible para establecer un diálogo respetuoso, sin ambigüedades ni chicanas, sin gestos represivos ni rencorosos. Es que para que haya excelencia, el compromiso debe ser una palabra que se respalde con la acción. Mucho más que un slogan comercial.
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