Hay una precarización de la docencia universitaria
Por Diana Lacal*
Todos coinciden en que la educación es el tema a privilegiar si de pensar nuestro futuro colectivo se trata. También el tema ocupa el primer lugar en las preocupaciones de los que se interrogan acerca de nuestros jóvenes, de su integración, su desarrollo y del lugar que les estamos preparando los adultos en este mundo complejo y hostil.
La cuestión merece sin dudas ese lugar central en la agenda de los argentinos. Hay sin embargo, un aspecto de este tema que se omite sistemáticamente en cualquier consideración al respecto. Es la situación de los miles de docentes de universidades privadas que día a día aportan a la formación de cientos de miles de jóvenes que cada año egresan de las diversas carreras habilitadas en las universidades privadas argentinas Y decimos que esta cuestión es ‘tierra de nadie’ porque realmente lo es. Nuestras condiciones de laborales son sumamente precarias desde hace años, sin convenios colectivos de trabajo; sin régimen que paute nuestras licencias; sin reconocimiento de antigüedad en muchos casos; cobrando muchas veces ‘a destajo‘, con absoluta imprevisibilidad respecto a nuestro futuro laboral y en condiciones ambientales muchas veces deplorables. Ni hablar de discutir la actualización de salarios. A la hora de jubilarnos tampoco somos reconocidos como docentes, ya que los aportes jubilatorios (en muchos casos discontinuos) entran en una caja general que no habilita para ningún régimen especial como tienen otros docentes de distintas categorías. ¿Alguien querrá preocuparse alguna vez de los muchos hombres y mujeres que todos los días se empeñan en formar médicos, abogados, periodistas, publicitas, ingenieros, psicólogos, en fin, profesionales de las más diversas disciplinas, pese a las adversas condiciones laborales en que se desempeñan? Digo, porque a las universidades privadas las audita la CONEAU, desde el punto de vista académico, pero de sus docentes no se ocupa nadie. Y somos nosotros, los que con esfuerzo, responsabilidad y dedicación seguimos formando a quienes cada vez en mayor número egresan con un título habilitante. ¿Quién se hace responsable de nosotros, de nuestro régimen laboral absolutamente discrecional según la buena o mala voluntad de las empresas educativas que nos contratan? ¿Dónde está el Estado que debe poner un marco normativo a esta relación que importa algo tan delicado como la educación superior en la Argentina?
*Socióloga y docente universitaria.
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